Aunque parezcan movimientos poco relevantes, agarrar el lápiz para escribir, enhebrar una aguja, ponerse un anillo, depende de un complejo y sofisticado proceso neuronal en coordinación con el sistema nervioso
Hace apenas un par de décadas maravillas como volar entre continentes sin escalas, trasladarse en veloces autos, usar equipos de comunicación inteligentes, entre otros avances, nos hicieron pensar que el una vez lejano futuro ya estaba aquí. La evolución de la tecnología ha simplificado exponencialmente nuestra calidad de vida, pues la revolución tecnológica incide en prácticamente todos los aspectos de la vida diaria. Actividades tan simples como cocinar, salir a correr, ejercitarse en bicicleta, se han adaptado a las necesidades de la vida moderna, por ejemplo, en lugar de salir a trotar por el vecindario, se puede recorrer la misma distancia sin salir de casa gracias a la caminadora eléctrica.
Son muchos los aspectos positivos de la influencia de la tecnología en la vida cotidiana; sin embargo, algunos de estos aspectos entran en conflicto con el normal desarrollo de nuestras habilidades cognitivas y las habilidades motoras finas, estas últimas y su relación con la tecnología, se abordan en el presente artículo; comencemos por conocer qué es la motricidad fina.
La tecnología también puede afectar la evolución natural. Al no realizarse actividades físicas por pasar más tiempo frente a las pantallas de los dispositivos, no se logra desarrollar la musculatura ni la motricidad fina
La motricidad fina es la coordinación de los movimientos musculares pequeños (Intervienen huesos y nervios) que ocurren en partes del cuerpo —como los dedos—, generalmente en coordinación con los ojos. Aunque parezcan movimientos poco relevantes, agarrar el lápiz para escribir, enhebrar una aguja, ponerse un anillo, depende de un complejo y sofisticado proceso neuronal en conexión con el sistema nervioso, esto es, los movimientos de la mano son iniciados por comandos procedentes de una región de la corteza motora primaria que contiene un alto número de neuronas corticoespinales (CST) denominadas células corticomotoneuronales (CM)[1]. Como puede verse, no es un proceso sencillo, desarrollar la motricidad fina comprende la ejecución de una serie de ejercicios y adquisición de destrezas a lo largo de la vida.
Cuanto más se usan dispositivos, más afectan la motricidad fina; agarrar un lápiz y escribir dos líneas corridas puede incluso causar incomodidad y dolor
Por esta razón, en los últimos años, los especialistas han centrado su atención en el impacto de la tecnología en el desarrollo de la motricidad fina. Si bien, la tecnología ha transformado positivamente nuestra vida, también puede afectar la evolución natural. En palabras de la neuróloga Sandra Espinoza, al no realizarse actividades físicas por pasar más tiempo frente a las pantallas de los dispositivos, no se logra desarrollar la musculatura ni la motricidad fina. Por esto surgen los problemas en el aprendizaje y la falta de interés, sobre todo, de las nuevas generaciones hacia otras actividades, como la lectura, y no se desarrolla su función cognitiva[2].
Un ejemplo impactante en la vida diaria es el uso de los teléfonos celulares y las tabletas, pues cuanto más se usan estos dispositivos, más afectan la motricidad fina, por ejemplo, se agarra el lápiz con dificultad y escribir dos líneas corridas puede incluso causar incomodidad y dolor. Una manera de detectarlo es por la calidad de la caligrafía; los expertos creen que la mala letra está supeditada a la forma en que sujeta el lápiz y esto, a su vez, con la falta de movilidad de los dedos y la pérdida de fortaleza en la mano.
Los seres humanos estamos en constante proceso evolutivo, por ello, una de las preocupaciones de la comunidad científica con respecto al uso de la tecnología, es cómo vamos a evolucionar frente a los cambios radicales que esta nos ofrece: la mecanización de la cotidianidad. Si en los últimos años muchos bebés han nacido sin las muelas cordales o terceros molares, porque —desde el punto de vista de la antropología— no las necesitamos debido a que ya no ingerimos los alimentos crudos, qué va a pasar si dejamos de utilizar los dedos, ¿puede la naturaleza entender que no los necesitamos? Para Espinoza, la tecnología facilita el desarrollo de las actividades diarias, pero hay que establecer límites en su uso para prevenir daños irreparables en la salud física y mental.
Estos daños se pueden evitar con ejercicios indicados por especialistas, así como con ejercicios caseros muy sencillos que pueden contribuir con el desarrollo de la motricidad fina, una manera de fundar una relación armoniosa entre la tecnología y las actividades más básicas de la vida cotidiana. Tratemos entonces de que el impacto de la tecnología no solo en la motricidad fina sino en todos los aspectos de nuestra vida, sea positivo y enriquecedor.
[1] Con información de https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002364.htm
[2]https://www.elcomercio.com/tendencias/abuso-tecnologia-efectos-cerebro-usoexcesivo.html