El papel de la familia es fundamental, pues es el primer contexto de socialización que facilita el desarrollo personal, social, afectivo, intelectual y físico de los hijos. Es además el arma protectora ante todas las circunstancias

En la vida de todo ser humano es importante la persona en sí, con los rasgos que la definen, el contexto en el cual se desenvuelve y la familia en la que crece, este es el elemento clave en el proceso de desarrollo de los niños, sea cual sea su particularidad.

Cuando nace un niño con SD, la Dra. Katherine Rossel señala varias fases que se suceden: el impacto, la negación, la tristeza, la adaptación y la reorganización. Ya en esta etapa la ansiedad, la tristeza y la impotencia han desaparecido, el bebé ha sido integrado a la familia y se empieza a fortalecer la vinculación afectiva.

El papel de la familia es fundamental, pues es el primer contexto de socialización que facilita el desarrollo personal, social, afectivo, intelectual y físico de los hijos. Es además el arma protectora ante todas las circunstancias.

Cuando nace un niño con SD, la Dra. Katherine Rossel señala varias fases que se suceden: el impacto, la negación, la tristeza, la adaptación y la reorganización

El afecto brindado al niño favorece su desarrollo. Y es así como las relaciones sociales marcadas por la aceptación, el respeto y apoyo contribuyen enormemente al desarrollo del niño con SD y a su inserción en otros contextos. El tipo de crianza con reconocimiento de un ser social, como cualquier otro, le permitirá su vinculación afectiva en otros entornos. El niño con SD, como cualquier otro pequeño, refleja las reacciones y actitudes de su familia y, por ello, su personalidad se va construyendo por las oportunidades de crecimiento y seguridad que recibe.

Cada niño debe ser tratado de forma personal e individual, sin caer en mitos o estereotipos. Un niño con SD es un niño como cualquier otro, no debemos calificarlo. Si bien es importante estar atentos a cada reacción, es necesaria también una crianza caracterizada por el establecimiento de límites y normas claros. De la misma manera, los padres deben permitir que sus hijos experimenten, se equivoquen y aprendan de esas equivocaciones.

Recordemos, igualmente, que el afecto y la comunicación con el entorno familiar, social y escolar conforman en gran medida el concepto que el ser humano tiene de sí mismo. Ese autoconcepto determinará su transitar por la vida. Es así como la familia, la escuela y el entorno social van formando la imagen que el niño tiene de sí mismo, su autoestima.

La autoestima se irá formando con las experiencias y mensajes que nos hacen sentir valiosos; no olvidemos que nuestros hijos deben ser reconocidos como personas imprescindibles dentro del núcleo familiar. Una persona con buena autoestima siente que es capaz de enfrentar retos y tener relaciones sanas con los demás miembros de la familia y la sociedad. La discapacidad es una característica más, pero la personalidad, los gustos, las ilusiones y proyectos son los que lo definen como persona.

La discapacidad es una característica más, pero la personalidad, los gustos, las ilusiones y proyectos son los que lo definen como persona

De la manera como los padres acepten y actúen ante su hijo con SD va a depender el bienestar y desarrollo del niño y de su entorno familiar, así como la independencia a la que llegará en la edad adulta.

Es necesario mencionar que vivimos en una sociedad basada en prototipos, en estándares sociales, en prejuicios que muchas veces promueven la diferencia entre los seres sociales, pero si estamos tranquilos, seguros y convencidos de que estamos haciendo lo mejor por nuestro hijo transmitiremos amor, fuerza, serenidad y firmeza, ayudando al niño a superar muchas de sus limitaciones, recordando que el desarrollo del cerebro no depende solo de genes, sino del afecto, el ambiente y las actividades que realiza.

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